Gracias por fumar y la sofística en las sociedades de control

Posted: martes, 4 de octubre de 2011 by Contacto in Etiquetas: , , ,
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Título: Gracias por fumar 
Título original: Thank you for smoking 
Dirección: Jason Reitman 
País: Estados Unidos 
Año:2005 
Fecha de estreno: 22/09/2006 
Duración: 92 min. 
Género: Drama, Comedia 
Reparto: Joan Lunden, Eric Haberman, Aaron Eckhart, Mary Jo Smith, Todd Louiso, Jeff Witzke, J.K. Simmons, Marianne Muellerleile, Cameron Bright, Alex Diaz 
Guión: Jason Reitman 
Distribuidora: ContentFilm International 
Productora: ContentFilm, Room 9 Entertainment, TYFS Productions LLC  
Presupuesto: 6.500.000,00 $
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“El departamento de ventas se ha convertido en el centro, en el "alma"(...). Ahora, el instrumento de control social es el marketing, y en él se forma la raza descarada de nuestros dueños (...). El hombre ya no está encerrado sino endeudado.” (DELEUZE: Post-escriptum sobre las sociedades de control).
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Gracias por fumar explica la historia de Nick Nailor, un personaje cuya profesión consiste en defender a la industria tabacalera americana ante la opinión pública. Su capacidad para persuadir, para argumentar a favor de tesis más que dudosas, con su sonrisa y sobre todo con su saber discurrir, hacen de él un encantador de masas invencible en su cometido.
           
El parecido del protagonista con los sofistas de la antigua Grecia se hace patente en su dominio de la retórica, esto es, en el arte de persuadir independientemente de la validez de las razones aducidas (fíjense en la escena del colegio). Nick defiende que lo único que orienta los distintos puntos de vista, equivalentes inicialmente en tanto que “el hombre es la medida de todas las cosas”, es la utilidad que le puedan proporcionar. Pero a diferencia de los escrúpulos morales que mostraba el relativismo de Protágoras, Nick Tailor es sencillamente un egocéntrico que no tiene ningún inconveniente en practicar la erística - como los sofistas que siguieron a los grandes maestros o la campaña política que PPSOE acaban de comenzar en vistas del 20N -, es decir, el arte de vencer en las discusiones refutando las afirmaciones del adversario sin considerar bajo ningún aspecto la verdad o falsedad de su planteamiento. Vean, si no, el inicio de la película:
  
  

 
--> --> -->Para Nick el éxito constituye la virtud. Y para ganar nada mejor que saber razonar, es decir, saber utilizar argumentos que validen tu posición o, al menos, que parezcan que así lo hacen. La negociación, en cambio, no es su estilo porque constituye un punto de equilibrio entre las pérdidas y las ganancias de los implicados, de manera que nunca es un verdadero éxito. Para Nick Tailor lo único importante no es alcanzar la verdad, sino conseguir aquello que se propone. Así se lo enseña a su hijo: 
  
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La función de la palabra para éste sofista posmoderno se sitúa en las antípodas del planteamiento socrático: mientras que para Sócrates lo importante es el diálogo entendido como una escucha activa que detecta las contradicciones de lo dicho para encintar la verdad en el alma de los participantes, Nick Tailor representa una posición nihilista que recuerda la enseñanza de Gorgias:

Nada existe.
Si algo existe, no puede ser conocido.
Si algo existe y puede ser conocido, no puede ser comunicado.

Desde esta perspectiva, lo único que existe son las apariencias que manipula el sabio. Cuando la palabra pierde el vínculo con el ser, deja de ser vehículo de verdad para convertirse únicamente en portadora de persuasión y de sugestión en aspectos prácticos de la vida. Y la independencia de todo valor absoluto cognoscitivo o moral, convierten a la retórica en un arma omnipotente.

El ritmo ligero de la película no descuida los momentos profundamente ingeniosos. En la siguiente escena, Nick reduce al absurdo el planteamiento de su hijo, mediante un cambio de discurso o tablero de juego. La escena sirve como muestra de que la verdad de una afirmación depende de la coagulación de diversos discursos que le dan sentido. En este caso, la libertad personal, al ser un valor intocable defendido por la ciudadanía norteamericana, le sirve a Nick para justificar una infinidad de posiciones a lo largo de su carrera. 

      
 

Foucault ilustró excelentemente en su Historia de la locura cómo mientras en la Edad Media se consideraba al loco como aquel que está afectado por una facultad especial, entre lo divino y lo demoníaco, a partir de una época determinada, gracias a la creación de múltiples discursos (médico, jurídico, etc), el loco pasó a ser un desposeído de raciocinio, un insano convertido en extranjero que se necesitaba controlar o encerrar debido al peligro que representaba. Ahora bien, ¿qué es lo que hace que se considere al loco de modo distinto? Sin duda, tal y como responde el mismo Foucault a partir de El Orden del discurso, las distintas relaciones de poder que hay detrás de la formación de los distintos saberes. Es decir, lo que entendemos por locura, su verdad, se relaciona con los intereses dominantes. O como dice el mismo Foucault de manera provocativa: la verdad “de hecho, solo es una invención de las clases dirigentes” (Foucault, Nietzsche, la genealogía, la historia. Valencia, Pre-textos,1997, p. 19).  

Nick es consciente de que para tener poder lo importante es disponer de la capacidad para plantear las cuestiones que dominen el imaginario colectivo. A él no le interesa descubrir si algo es verdadero o falso sino saber como se construye la verdad - su objetivo es producir el sentido-; sabe que si tiene la elocuencia para hacerlo puede cuestionar incluso que el tabaco pueda ser más peligroso que el queso (véase la película). De hecho, tenemos un sinfín de ejemplos en los continuos desvíos de interés que producen actualmente los medios de comunicación sobre temas que son más interesantes de tratar. Aunque en este caso mayoritariamente no se trata tanto de elocuencia por parte de los medios como de bombardeo continuo de estupidez. En este punto conviene recordar una reflexión de Deleuze en su obra Diferencia y Repetición:

“Como si no siguiéramos siendo esclavos, mientras no dispongamos de los problemas, mientras no dispongamos de los problemas como tales, de un derecho a los problemas, de la gestión de los problemas.”

Si pones tú el tablero todos jugarán a lo que tú quieres. Nick ha comprendido que el poder hoy no es aquello que te reprime sino lo que te hace ser lo que eres. Por eso sabe que, si consigue hacer que la industria cinematográfica de Hollywood participe en la creación de un modelo que seduzca a todos los espectadores, las ventas del tabaco se multiplicarán exponencialmente.

Nuestros gustos personales se fabrican en los despachos de telemarketing de las grandes empresas; desde allí se deciden los diálogos que íntimamente mantenemos con los nuestros. 
Damián Cerezuela Frías 


4 comentarios:

  1. Anónimo says:

    a veces en clase ( en el colegio) se hacian debates, sobre un tema quien està a favor y quien está en contra,, los niños nos teniamos que dividir en ese sentido,, los que si a la izquierda y los que no a la derecha!!! algunas veces recuerdo que todos nos poníamos en la misma posición,, però alguien debia estar en la otra si no no hay debate,, entonces,estando uno sólo defendiendo algo que nadie piensa, eras capaz de hacer maravillas y discursos bien ligados e incluso convencer a algunos que se venian a tu lado del aula.
    Es como una justificación a base metralladora lingüística, nunca hay silencio,, puedes contradecir cualquiercosa incluso contradecirse a uno mismo.
    El final del comentario me ha gustado,, i me da para pensar en conversaciones claramente programadas incluso por dias de semana,,
    lunes...futbol, martes el programa que sea de la tele..miercoles la pelicula... Básicamente todas les conversaciones en lugares de trabajo, patios del colegio,en la calle... Són derivaciones de la programación de televisión.

    gràcias por el comentario y por descubrir este punto de la película.
    una abraçada
    Aleix

  1. mauren says:

    Descubro la película, gracias. Con tanta ultrabirria publicitada, con tanto ruido no me llegan sonidos que me interesan, sin necesidad de que me convenzan.
    Este vendedor de tabaco cuando hay rechazo generalizado o papanatismo inducido, podría ser el redactor de los telenoticias. Nunca ha habido tanta mermelada sobre valores, diálogo, etc. y nunca antes se han hecho guerras tan subpoliticas e hipereconómicas.
    Nick tiene razón: puedes asistir a reacciones histéricas por un anillo de humo de cigarro un poco desplazado, y simultáneamente la absoluta insensibilidad —hasta el punto de no querer saber— respecto a los bombardeos a civiles en Libia¡¡¡ Esa disposición no fija sus parámetros por grados de verdad, es la manifestación de triquiñuelismo asumido. Como viene a decir el comentarista anterior que alguien intente un diálogo que no siga la inercia televisiva. iñaki Gabilondo o Josep Cuní son dos ejemplos de demagógia moralizada que infunde sentido común obediente. Como ya venía a decir Heráclito: no vence el que tiene razón ni el bueno, el que vence dirá qué es la verdad y lo bueno.
    Respecto a su comentario de Deleuze sobre los problemas, me parece que esa formulación se traduce en discurso de la participación y sus corolarios de traducir demanda política en acción administrativa. Mejor ponerse como problema, no como administrador de problemas.

    amm

  1. Anónimo says:

    Doy fe de las reacciones histéricas por el humo ajeno; el otro día una tipa me cantó la caña por fumar a menos de 5 metros de un edificio.

    Es el signo de los tiempos. Se acabó la esgrima dialéctica (en la que al menos, de vez en cuando, se hacía sangre) por el ping-pong. Las contradicciones se han ablandado en la cabeza de algunos (quizás tenían razón aquellos que decían que el cerebro es húmedo). Hoy, Hamlet, sería un vendedor de seguros.

    Felicidades por el post, Dami, está genial.

    GMZ

  1. Contacto says:

    La construcción de debates sobre problemáticas interesantes es fundamental para desarrollar la capacidad de argumentar y comprender globalmente independientemente de las convicciones iniciales de cada uno de los participantes. A veces, determinados juegos de rol pueden abrirnos puntos de vista insospechados que luego juzgamos como mejores. Quizás sea el riesgo inherente al hecho de aprender; el peligro de abandonar la tierra firme a favor de ese pueblo que falta, aunque no tengamos garantías de conseguirlo.
    Con el tiempo creo comprender unas de las razones más fuertes que me impulsaron a estudiar Filosofía: evitar esa cara de póquer que aún hoy se me queda cuando tengo la sospecha infinita de que me están intentando convencer de algo absolutamente intolerable. En esos momentos, la fuerza que puede tener una buena argumentación puede convertirse en un arma demoledora. El problema es cuando la argumentación, más que para liberarnos, solo sirve para justificar nuestras propias cadenas, aquello que nos hace tristes o estúpidos. Es el caso, sin duda, de toda esa perversa ideología neoliberal que intenta neutralizar cualquier alternativa con la excusa de la crisis.
    Respecto a las conversaciones derivadas de los programas de televisión que religiosamente debemos mantener según el día de la semana, me parece una observación clave para comprender hasta que punto el poder más que reprimirnos nos hace ser lo que somos. La adaptación social consiste, de hecho, en participar en esa especie de rituales. Lamentablemente, en muchos casos, un profesional inútil que participa de las convenciones tiene más posibilidades de ascender en sus funciones que una buen profesional que solo se limita a su trabajo.

    Totalmente de acuerdo, amm y GMZ: “Nunca se han hecho guerras tan subpolíticas e hipereconómicas”, “las contradicciones se han ablandado” mediante “demagogia moralizada que infunde sentido común obediente”. Todo apunta a que no ha vencido ni la razón ni la bondad, sino la estupidez y la pereza (hasta el punto de insensibilizarnos ante problemas brutales como los bombardeos en otros países). Desde estos parámetros me es más fácil entender las verdades instituidas, al menos en las reformas llevadas a cabo en el sistema educativo desde la introducción de la ESO.

    En cuanto a Deleuze, aunque su lenguaje a veces es confuso, creo que en toda su obra se cuida mucho de que la diferencia no sea administrada, de que los problemas no sean sacrificados en el altar de la representación, es decir, en un discurso normalizado que imponga sutilmente lo que se puede decir y lo que no. De ahí que reclame el derecho a decidir cuáles son las cuestiones o preguntas que realmente nos afectan e interesan sin que sean impuestas por administradores de problemas – televisión, diarios, psicólogos, etc. -. Otra cosa seria hablar de algunos administradores de Deleuze.

    Muchas gracias a los tres por las aportaciones tan interesantes. Con vuestros comentarios el post ahora está mucho más completo.

    Damián

CC

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